Las agallas, abogallas o cecidias son estructuras de tipo tumoral inducidas por insectos y otros artrópodos, nematodos, hongos, bacterias y virus.[1] Se trata de la respuesta del vegetal a la presencia del parásito con un crecimiento anómalo de tejido que intenta aislar el ataque o infección.[2] Este tejido de nueva formación adquiere formas muy variadas.[2]
En las agallas de los robles (Quercus robur y Quercus petraea), producidas por himenópteros cinípidos, son curiosas las generaciones alternantes de estos insectos.[3] En otoño Dryophanta folii, ágama o asexuada, pone sus huevos en los brotes tiernos y yemas produciendo las pequeñas agallas de invierno; la siguiente generación emerge en los meses de abril a mayo. La forma sexuada del cinípido, Dryophanta taschenbergii hembra, una vez fecundada, pone sus huevos en las hojas de los robles produciendo las agallas de verano, incubadoras de la forma asexuada.[1]
Entre los productores más destacados de agallas en las plantas se encuentran: