El carlismo es un movimiento político español tradicionalista y monárquico legitimista derivado del realismo fernandino,[1] que surgió durante la primera mitad del siglo XIX en oposición al liberalismo, al parlamentarismo y al secularismo. Pretendía el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español y el llamado reinado social de Jesucristo. En sus orígenes, propugnaba la vuelta al Antiguo Régimen y, posteriormente, desarrolló una doctrina política inspirada en la tradición española y la Cristiandad medieval.[2]
A lo largo de su historia, la organización política del carlismo fue conocida como Partido Carlista, Comunión Católico-Monárquica, Partido Jaimista, Comunión Legitimista o Comunión Tradicionalista, entre otros nombres. Combatiendo el liberalismo, hizo bandera de la defensa de la religión católica, España y la monarquía tradicional, resumida en su lema «Dios, Patria, Rey», con el añadido tardío de «Fueros».[3]
Como movimiento de extraordinaria prolongación en el tiempo, el carlismo fue una fuerza importante en la política y la prensa española desde 1833 hasta el final de la dictadura franquista, en la década de 1970. Protagonizó numerosas guerras y tentativas en el siglo XIX, entre las que se destacan las guerras civiles de 1833-1840 y 1872-1876. Durante el Sexenio Revolucionario, la Restauración alfonsina y la Segunda República, actuó en la política parlamentaria y tomó parte en la conspiración contra la República y en la guerra civil de 1936-1939 mediante la milicia del Requeté.
Tras el Decreto de Unificación de 1937, la Comunión Tradicionalista quedó oficialmente integrada en el partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y sus antiguos militantes fueron considerados como una de las «familias» del franquismo,[4] llegando a obtener algunos carlistas cargos políticos. Otros, en cambio, actuaron en situación de semiclandestinidad al margen del partido único, con periodos de oposición y de colaboración con el régimen.[5]
A raíz de la expulsión de España de la familia Borbón-Parma en 1968, tras haber intentado ser reconocida como sucesora a la Corona de España por el general Franco,[6] el carlismo se fue dividiendo en dos sectores claramente diferenciados: uno de ellos, minoritario[7] y auspiciado por el príncipe Carlos Hugo de Borbón-Parma, su hermana María Teresa y una parte de la agrupación estudiantil carlista, alegó una renovación del movimiento, reivindicando las libertades democráticas, el federalismo y el socialismo autogestionario, y tomó por nombre Partido Carlista; el sector mayoritario,[8] partidario de continuar con la doctrina tradicionalista, quedó en buena medida desmovilizado y atomizado en diversos grupos, algunos de los cuales se habían escindido anteriormente del javierismo, que constituirían los partidos Unión Nacional Española, Comunión Tradicionalista, Comunión Católico Monárquica y Unión Carlista, entre otros.[9]
El cambio ideológico protagonizado por Carlos Hugo,[10] las divisiones de la década de 1970 y el fracaso electoral en las primeras elecciones democráticas en la Transición, supuesieron la entrada del carlismo en decadencia.[11]