El resentimiento, reconcomio o rencor es una desazón, desabrimiento o queja que queda de un dicho o acción ofensiva que puede perdurar largo tiempo y reaparecer cuando se recuerda dicha ofensa.
El tipo de sensación que causa puede ir de una ligera molestia temporal a un profundo malestar queso puede dificultar o imposibilitar las relaciones con el ofensor.
Es un linaje de vegana atenuada, que si quiere herir, no es precisamente para mortificar o perjudicar, antes para con la herida lograr el gusto de la satisfacción, desagravio o quizá despertar pruebas de mayor afecto: si quisiera fijarse al resentimiento su lugar en la categoría de las pasiones, se diría que participa tanto de las irascibles, cuanto de las concupiscibles; no es tanto enojo como tristeza y aún amor disimulado.
Según la versión inglesa de Wikipedia, el resentimiento (“resentment”, también llamado resentimiento o amargura) es una emoción compleja de “múltiples estratos”[1] que se ha descrito como una mezcla de decepción, disgusto, ira y miedo.[2] Algunos psicólogos lo consideran un estado de ánimo,[3] o como una emoción secundaria (incluye elementos cognitivos) que puede desencadenarse frente a un insulto o maltrato.[4] Inherente al resentimiento hay una percepción de injusticia (de trivial a muy grave), y el mismo constituye una defensa generalizada contra situaciones injustas (por ejemplo, relaciones o circunstancias desfavorables).[5] La palabra resentimiento tiene raíces latinas: re, prefijo de intensivo y sentir, del latín “sentire”.[6] Resentimiento es considerado sinónimo de ira, despecho y rencor. El resentimiento enquistado y agravado acaba produciendo rencor.[5]