Castile or Castille (/kæˈstiːl/; Spanish: Castilla [kasˈtiʎa] ) is a territory of imprecise limits located in Spain.[1] The use of the concept of Castile relies on the assimilation (via a metonymy) of a 19th-century determinist geographical notion, that of Castile as Spain's centro mesetario ("tableland core", connected to the Meseta Central) with a long-gone historical entity of diachronically variable territorial extension (the Kingdom of Castile).[2]
The proposals advocating for a particular semantic codification/closure of the concept (a dialogical construct) are connected to essentialist arguments relying on the reification of something that does not exist beyond the social action of those building Castile not only by identifying with it as a homeland of any kind, but also in opposition to it.[3] A hot topic concerning the concept of Castile is its relation with Spain, insofar intellectuals, politicians, writers, or historians have either endorsed, nuanced or rejected the idea of the maternity of Spain by Castile, thereby permeating non-scholar discourses about Castile.[4]
Castile's name is generally thought to derive from "land of castles" (castle in Spanish is castillo) in reference to the castles built in the area to consolidate the Christian Reconquest from the Moors.[5]
The Encyclopædia Britannica ascribes the concept to the sum of the regions of Old Castile and New Castile,[5] as they were formally defined in the 1833 territorial division of Spain.
[...] el nombre de Castilla figura como primer título real, por lote de primogenitura, desde Fernando I a Fernando III, lo que origina que pase a designar, por sinécdoque -la parte por el todo- al reino que incluye primero León y luego Toledo y la baja Andalucía. Castilla será siempre, a partir de entonces, o bien el nombre que designa al más grande, rico y poblado de los reinos cristianos peninsulares –los otros son Portugal, Navarra y Aragón- o bien un territorio impreciso, sin fronteras fijas en los mapas, -o con fronteras distintas según el cartógrafo y la época- con una Castilla 'vieja' que puede incluir o no a León y una Castilla 'nueva' y 'novísima' que puede incluir o no unas u otras partes de La Mancha, de Murcia, de Extremadura o de Andalucía. En el siglo XIX, por medio de la extensión de la alfabetización y la enseñanza de la Historia de España en las escuelas, se difundirá una imagen de Castilla y de lo castellano al servicio del centralismo unificador ensayado desde el siglo XVIII por los Borbones que siguen reinando, el que conviene también ahora al nuevo sistema liberal moderado que sigue el modelo francés, aunque rebajado. [...] En paralelo, Castilla va a reinventarse desde las nuevas disciplinas de la Geografía, la Historia y la Lingüística de entonces como ese lugar central, identificado ahora con la meseta o mesetas, que es preciso regenerar, el gran desierto empobrecido sin árboles ni agua alrededor de Madrid, centro y cima de un espacio elevado desde el que se ejerce el poder como núcleo que ha sido y es de la cultura y la lengua española.