En la Iglesia católica, un beato (abreviado como B. o Bto.)[1] es un difunto cuyas virtudes han sido previamente certificadas por el papa y puede ser honrado con culto.
El término beato significa feliz (del latín beatus), o bienaventurado en sentido más amplio, aludiendo a la creencia de que esa persona está ya gozando del paraíso. La consideración de beato constituye el tercer paso en el camino de la canonización. El primero es siervo de Dios; el segundo, venerable; el tercero, beato; y el cuarto, santo. También se conoce como beato a la persona muy apegada a las ceremonias religiosas.