Los chiles o ajíes secos son variedades maduras del chile (Capsicum spp.) que han sido deshidratadas. Gracias a esto, no solamente se alarga su vida útil por meses, sino que además, el desecado les aporta un sabor característico. Algunos, además de secados, están ahumados.[1] Son ampliamente usados en la gastronomía mexicana, principalmente para salsas, adobos, encurtidos, moles... también se consumen con menor frecuencia en Asia y África.
En México, cada chile seco tiene su equivalente fresco, aunque con un nombre diferente, por ejemplo: el chile poblano (fresco), se convierte en ancho (seco); el jalapeño en chipotle y morita; el Anaheim en chile colorado; el mirasol en guajillo; el chilaca en pasilla; ... etc. Una excepción a esto son el chile de árbol y el habanero, que tanto su versión seca como fresca se llaman igual. Los chiles secos tienen un uso culinario diferente que los chiles frescos.