El control social es el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades.[1] Aunque a veces el control social se realiza por medios coactivos o violentos, el control social también incluye formas no específicamente coactivas, como los prejuicios, los valores y las creencias.[2][3][4]
Entre los medios de control social están las normas sociales, las instituciones, la religión, las leyes, las jerarquías, los medios de represión, el adoctrinamiento (los medios de comunicación y la propaganda),[5][6] los comportamientos generalmente aceptados, y los usos y costumbres (sistema informal, que puede incluir prejuicios) y leyes (sistema formal, que incluye sanciones).[1]
Si partimos de la existencia de un derecho figura como es lógico, una división fundamental de la conducta (jurídicamente relevante) en lícita e ilícita, podrá admitir con seguridad que el fin del derecho (en un sentido abstracto) sea el de aumentar al máximo las conductas lícitas, deseadas; y disminuir las ilícitas, las indeseadas; por otra parte, en relación con ambos tipos de conducta, el derecho puede actuar a "priori" o "posteriori", es decir puede adelantarse o esperar a que se produzcan esas conductas. En resumidas palabras, el derecho puede, teóricamente, operar de cuatro maneras: previniendo, reprimiendo, promocionando y premiando la conducta.[7][8]