Cultura maya

Cultura maya


Información histórica
Periodo clásico
Primeros registros c. 2000 a. C.
Decadencia 1546 (control sobre la mayor parte del territorio)
1697 (última ciudad en caer)
Información geográfica
Área cultural Mesoamérica
Sub área cultural Zona maya
Equivalencia actual Guatemala Guatemala
México México
BeliceBandera de Belice Belice
HondurasBandera de Honduras Honduras
El Salvador El Salvador
Información antropológica
Idioma Lenguas mayenses
Religión politeísta
Calendario Calendario maya
Asentamientos importantes

Vista a un templo de la acrópolis norte de Yaxhá en Petén.
Vista de El Caracol, ciudad maya en Belice.
Vista del Templo de las Inscripciones de Palenque, Chiapas.
Templo I de Calakmul, Campeche.
Juego de pelota en Copán, Honduras.
Estructura 12 de Takalik Abaj en Retalhuleu.

La cultura maya fue una civilización mesoamericana que se desarrolló en lo que actualmente comprenden los territorios de Guatemala y México (en la península de Yucatán, Chiapas y Tabasco) principalmente, así como en Belice, y la parte occidental de Honduras y El Salvador (Correpondiendo a los departamentos repectivos de Honduras los de Copán, Cortés, Santa Barbara, Ocotepeque y Lempira y El Salvador los de Santa Ana, Sonsonante y Ahuachapán) abarcando más de 300 000 km².[1]​ Destacó a lo largo de más de dos milenios en numerosos aspectos socioculturales como su escritura, uno de los pocos sistemas de escritura plenamente desarrollados del continente americano precolombino, su arte, la arquitectura, su mitología y sus notables sistemas de numeración, así como en astronomía y matemáticas.

Durante el periodo formativo, antes de 2000 a. C., se inició el desarrollo de la agricultura y la población se hizo sedentaria estableciéndose en las primeras aldeas. Posteriormente se construyó la primera ciudad maya en el actual estado de Tabasco, que recibió el nombre de Aguada Fénix, la cual se ha convertido en la ciudad más antigua y grande descubierta, ya que los estudios de radiocarbono indican que esta ciudad maya fue construida en el año 1000 a. C., colocándola antes de Ceibal y Cuello; en el período Preclásico (c. 2000 a. C. hasta 250 d. C.) se desarrollaron las primeras sociedades complejas y se cultivaron los alimentos básicos de la dieta maya: el maíz, el frijol, la calabaza y el chile. Alrededor de 500 a. C. estas ciudades poseían una arquitectura monumental, incluyendo grandes templos con fachadas de estuco. La escritura glífica se utilizó desde el siglo iii a. C. En el preclásico tardío se desarrollaron grandes ciudades en la Cuenca del Petén, y Kaminaljuyú alcanzó prominencia en el altiplano guatemalteco. Desde alrededor de 250 d. C., el período clásico se define en gran medida por el levantamiento de monumentos esculpidos empleando las fechas de Cuenta Larga. En este período se desarrolló un gran número de ciudades-Estado vinculadas entre sí por una compleja red de comercio. En las tierras bajas mayas surgieron dos grandes poderes rivales, Tikal y Calakmul. Se vio también la intervención extranjera en la política dinástica maya de la ciudad de Teotihuacán del centro de México. En el siglo ix, se produjo un colapso político general en la región central maya, que originó guerras internas, el abandono de las ciudades, y un desplazamiento poblacional hacia el norte. Durante el período Posclásico surgió Chichén Itzá en el norte, y se produjo la expansión del reino quiché en el altiplano de Guatemala. En el siglo xvi el Imperio español conquistó la región mesoamericana, y tras una larga serie de campañas militares la última ciudad maya cayó en 1697.

El poder político durante el periodo clásico se centró en el concepto del «rey divino», que actuaba como mediador entre los mortales y el ámbito sobrenatural. La monarquía era usualmente hereditaria y patrilineal y el poder pasaba al hijo mayor, aunque en más de un caso mujeres ostentaron el poder como regentes de sus hijos menores de edad o por derecho propio. La política maya estaba dominada por un sistema de patrocinio, aunque la exacta composición política de un reino variaba de una ciudad-Estado a otra. Generalmente cada aldea tenía un líder tribal, que respondía a un señor regional (Ajaw) supereditado por un señor divino (Kuhul Ajaw) y en algunos casos como el de Tikal, había un gobernante superior (rey de reyes) denominado Kalomté. Hacia el Clásico Tardío, la aristocracia había aumentado considerablemente y se había reducido el poder exclusivo del rey divino.

La civilización maya desarrolló formas de arte sofisticadas utilizando tanto materiales perecederos como durables, incluyendo: madera, jade, obsidiana, cerámica, monumentos de piedra tallada, estucos y murales finamente pintados.

En las ciudades mayas el centro de la ciudad era ocupado por complejos ceremoniales y administrativos, rodeado por una irregular expansión de barrios residenciales. A menudo las diferentes partes de una ciudad eran conectadas por calzadas. La arquitectura principal de la ciudad se componía de: palacios, templos piramidales, juegos de pelota ceremoniales y estructuras alineadas para la observación astronómica. Sin embargo, las casas tradicionales, son chozas de madera y barro.[2]​ Los mayas grabaron su historia y conocimiento ritual en libros en forma de biombo, de los que solo permanecieron tres ejemplares con incuestionable autenticidad, el resto fue destruido por los conquistadores españoles.[cita requerida]

También existe un gran número de ejemplos de inscripciones mayas en las estelas y la cerámica. Los mayas desarrollaron una compleja serie de calendarios rituales entrelazados, emplearon la matemática y fueron uno de los primeros pueblos en utilizar el cero explícito en el mundo. No obstante, ese cero no tenía carácter operatorio, ya que los astrónomos mayas lo descubrieron debido a su obsesión por contabilizar el tiempo y, para ellos, significaba ausencia.[3]

  1. Eggbrecht, et al, 2011, p. 24.
  2. Laura Gilabert Sansalvador (20 de enero de 2024). «La cabaña como arquetipo de la arquitectura maya». p. 1. 
  3. Paola Donoso, Encarnación Castro (21 de noviembre de 2024). «Necesidades, representaciones y usos del cero a través de la historia». Universidad de Granada (España). p. 7. 

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