Devociones marianas

Madonna and five angels, Botticelli, c. 1485.

Las devociones marianas son costumbres y prácticas de veneración hacia la virgen María, incentivadas con el Concilio de Trento,[1]​ que se desarrolló entre 1545 y el 1563, cuando se generó un renacimiento de la vida religiosa en la Iglesia católica.[2]​ Durante la Reforma protestante, la Iglesia había defendido sus creencias marianas frente a los criterios de los protestantes. Al mismo tiempo, el mundo católico se dedicaba a enfrentarse a las continuas guerras otomanas en Europa desde Turquía, que se libraron y se ganaron "bajo los auspicios de la Virgen María". La victoria en la batalla de Lepanto (1571) fue acreditada a Ella "y significó el inicio de un fuerte resurgimiento de las devociones marianas, centrándose especialmente en María, la Reina del Cielo y de la Tierra y su poderoso papel como mediadora de muchas gracias". Se realizan en el catolicismo, el luteranismo de la alta iglesia, el anglocatolicismo, la ortodoxia oriental, pero generalmente se rechazan en otras denominaciones cristianas.

Tales oraciones devocionales o pueden ir acompañadas de peticiones específicas para la intercesión de María con Dios.[3][4]​ Existe una significativa diversidad de forma y estructura en las devociones marianas practicadas por los diferentes grupos de cristianos. Las devociones marianas ortodoxas están bien definidas y estrechamente vinculadas a la liturgia, mientras que las prácticas católicas son muy variadas -incluyen oraciones de varios días como novenas, la celebración de coronaciones canónicas concedidas por el Papa, la veneración de iconos en el cristianismo oriental, y actos piadosos que no implican oraciones vocales, como el uso de escapularios o el mantenimiento de un jardín mariano.[5]

El papa Paulo V y el papa Gregorio XV, entre 1617 y 1622, promovieron la creencia de que la Virgen fue concebida sin pecado original, a través de la protección prevista de la gracia de Dios, también conocida como la Inmaculada Concepción. El papa Alejandro VII declaró en 1661 que el alma de María estaba libre de pecado original. El papa Clemente XI ordenó la fiesta de la Inmaculada para toda la Iglesia en 1708. La fiesta del Rosario fue introducida en 1716, la fiesta de los Siete Dolores en 1727. La oración del Angelus fue fuertemente apoyada por el papa Benedicto XIII en 1724 y por el papa Benedicto XIV en 1742. La piedad popular mariana era aún más colorida y variada que nunca: numerosas peregrinaciones marianas, rezos como la Salve, nuevas letanías marianas, obras de teatro, himnos marianos, procesiones marianas. Las fraternidades marianas tenían millones de miembros.

Las devociones marianas son importantes para las tradiciones católica, ortodoxa, luterana, ortodoxa oriental y anglicana, pero la mayoría de los protestantes no las aceptan, porque creen que tales devociones no se promueven ampliamente en la Biblia (aunque los católicos, ortodoxos y otros que afirman el punto de vista tradicional reconocen que las Bodas de Caná y otros eventos en la Biblia son evidencia bíblica de la intercesión mariana). Creen que esta devoción puede distraer la atención de Cristo.[6]​ Según los practicantes, la devoción a la Virgen María no equivale al culto, que está reservado a Dios. Tanto la tradición católica como la ortodoxa consideran a María como subordinada a Cristo, pero de forma única, ya que se la considera por encima de todas las demás criaturas. En el año 787 el Segundo Concilio de Nicea afirmó una jerarquía de tres niveles de latria, hiperdulia y dulia que se aplica a Dios, a la Virgen María y luego a los demás santoss respectivamente.[7][8]​.

  1. Concilio de Trento http://www.mercaba.org/CONCILIOS/Trento02.htm
  2. Marmion, Columba. Cristo, el ideal del sacerdote, 2006 ISBN 0-85244-657-8 p. 332
  3. Burke, Raymond L.; et al. (2008). Mariología: A Guide for Priests, Deacons, Seminarians, and Consecrated Persons ISBN 978-1-57918-355-4 páginas 667-679
  4. «Enciclopedia Católica: Devociones populares». Consultado el 16 de diciembre de 2014. 
  5. Hillerbrand, Hans Joachim, 2003. Encyclopedia of Protestantism, Volume 3 ISBN 0-415-92472-3 página 1174
  6. Smith, Philip. The History of the Christian Church, 2009 ISBN 1-150-72245-2 p. 288
  7. Trigilio, John y Brighenti, Kenneth The Catholicism Answer Book 2007 ISBN 1-4022-0806-5 p. 58

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