El elitismo[1] es la creencia de que los miembros de la élite —definida como una minoría de personas que poseen cualidades selectas como riqueza, poder, conocimientos, inteligencia, experiencia o talento— merecen mayor influencia y autoridad que el resto de la población.[2] En este sentido, el elitismo se aproxima a la idea de la aristocracia (del griego aristokratíā, «el gobierno los mejores»).
El término elitista se utiliza en un sentido peyorativo, para referirse a situaciones en las que poder político está concentrado en un número reducido de personas y la élite goza de privilegios negados al resto de la población. Algunas ideas opuestas al elitismo son el igualitarismo, el antiintelectualismo, el populismo o la teoría del pluralismo político.
El concepto de elite está relacionado con el clasismo o la percepción de la clase social. En las sociedades occidentales modernas (sociedad industrial, sociedad postindustrial) generalmente se distinguen la clase alta, la clase media y la clase baja. En la sociedad preindustrial el estatus social dependía en mayor medida de los privilegios estamentales.
El elitismo se basa en una visión monista y maniquea de la sociedad en la que la elite es superior moral, cultural e intelectualmente al «pueblo», que es considerado peligroso, deshonesto y vulgar.[3]
El término a menudo se utiliza disyuntivamente para describir una actitud generalizada de arrogancia o rechazo (dandismo) respecto a la opinión pública en general. La meritocracia, un tipo especial de elitismo, normalmente no tiene estas connotaciones.