La eutanasia (del latín euthanasia y griego antiguo /εὐθανασία/euthanasía/, «buena muerte», «muerte apacible». Su antónimo es distanasia); es la intervención deliberada para poner fin a una vida sin perspectiva de cura.[1] La eutanasia se practica tanto en humanos (medicina) como en animales de otras especies —eutanasia animal en veterinaria—.[2]
En medicina la eutanasia es la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a petición expresa de ésta, y en un contexto médico. Actualmente no procede utilizar los términos “Eutanasia involuntaria”, “Eutanasia pasiva” ni “Eutanasia indirecta”, porque son situaciones ajenas a esta definición de eutanasia.[3][4][5]
En los países donde está legalizada su práctica, la eutanasia se realiza a petición reiterada del paciente y con la supervisión de un equipo médico. El procedimiento es libre, autónomo, voluntario, intencionado, reflexionado y consciente,[6] en el caso de que esta circunstancia no sea posible, cuando el testamento vital del paciente lo indique explícita y claramente.[7]
La eutanasia debe diferenciarse del suicidio asistido, cuando es el propio paciente el que lleva a cabo la administración de los fármacos para acabar con su vida. El suicidio asistido es legal en jurisdicciones diferentes a la eutanasia.
También debe diferenciarse de los cuidados paliativos, donde el fin de la medicación que se administra no es terminar con la vida sino generar bienestar, a pesar de que dicha medicación pueda acortar la vida de forma secundaria.[5]
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