En la mitología griega, una gorgona (en griego antiguo γοργώ gorgō o γοργών gorgōn, "terrible") era un despiadado monstruo femenino a la vez que una deidad protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos. Su poder era tan grande que cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado, por lo que su imagen se ubicaba en todo tipo de lugares, desde templos a cráteras de vino, para propiciar su protección. La gorgona llevaba un cinturón de serpientes, entrelazadas como una hebilla y confrontadas entre sí.
En mitos posteriores se decía que había tres gorgonas, Medusa, Esteno y Euríale. Medusa, única mortal de ellas, tenía serpientes venenosas en lugar de cabellos como castigo por parte de la diosa Atenea. Esta imagen se hizo particularmente famosa gracias a Las metamorfosis de Ovidio, si bien la gorgona aparece en los registros escritos más antiguos de las creencias religiosas de la Antigua Grecia, como en las obras de Homero.
La gorgona ocupaba el lugar principal del frontón del Templo de Artemisa en Corfú. Se trata de una de las más antiguas expresiones de escultura en un frontón de Grecia, estando fechado c. 600 a. C..