Guerra hispano-estadounidense | ||||
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Parte de Revolución filipina y Guerra de Independencia cubana | ||||
De izquierda a derecha y de arriba abajo: soldados cubanos, el USS Olympia durante la batalla de Cavite, batalla de El Caney, tropas españolas defendiendo una trinchera, explosión del Vizcaya en la batalla de Santiago de Cuba, y los últimos de Filipinas. | ||||
Fecha |
25 de abril-12 de agosto de 1898 (3 meses y 17 días) | |||
Lugar | Mar Caribe y océano Pacífico | |||
Resultado | Victoria de Estados Unidos | |||
Consecuencias |
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Cambios territoriales |
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Beligerantes | ||||
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Figuras políticas | ||||
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Comandantes | ||||
Fuerzas en combate | ||||
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La guerra hispano-estadounidense fue un conflicto bélico que enfrentó a España y Estados Unidos de abril a agosto de 1898, al intervenir Estados Unidos en la guerra de independencia cubana (1895-1898). La derrota de España y la consiguiente pérdida de sus últimas provincias de ultramar dieron lugar en España a la expresión «Desastre del 98».[10]
Tras su derrota, España perdió Cuba (que quedó bajo tutela de Estados Unidos), Puerto Rico, Filipinas y Guam (que pasaron a ser dependencias territoriales de Estados Unidos). El resto de posesiones españolas del Pacífico fueron vendidas al Imperio alemán mediante el tratado hispano-alemán del 12 de febrero de 1899, por el cual España cedió al Imperio alemán sus últimos archipiélagos ―las Marianas (excepto Guam), las Palaos y las Carolinas― a cambio de 25 millones de pesetas (17 millones de marcos), ya que eran indefendibles por España.
El siglo XIX representó para el Imperio español un claro declive, mientras que los Estados Unidos pasaron de convertirse en un país recién fundado a ser una potencia regional media. En el caso español la decadencia, que ya venía de siglos anteriores, se aceleró primero con la invasión napoleónica, que a su vez provocaría la independencia de gran parte de las colonias americanas, y posteriormente la inestabilidad política (pronunciamientos, revoluciones, guerras civiles...) desangraron al país social y económicamente. La difícil defensa española de las colonias ultramarinas se puso de manifiesto durante la crisis de las Carolinas en 1885.[11] En cambio, a lo largo de ese siglo Estados Unidos se expandió por vía económica (compra de territorios como Luisiana, Alaska...) como militarmente (guerra contra México, lucha contra los pueblos indígenas...) además de recibir gran cantidad de inmigrantes. Ese proceso se interrumpió unos años por la guerra civil estadounidense y la Reconstrucción, pero la aparición de Estados Unidos como nueva potencia era incuestionable. [12]
Las tensiones por Cuba entre España y Estados Unidos llevaban existiendo desde los años 1870 con episodios (como el incidente del Virginius). España se encontraba, en el caso de una hipotética guerra contra Estados Unidos, en clara desventaja tanto en el aspecto militar (tamaño y capacidades de las flotas de guerra, además de que España llevaba años luchando contra guerrillas de independentistas), como en el demográfico (en 1890 Estados Unidos tenía más de 62 millones de habitantes por unos 18 millones en España), el geográfico (Estados Unidos luchaba cerca de su territorio, mientras que España tenía que mandar tropas al otro lado del planeta, a Cuba o Filipinas) y el económico-industrial (Estados Unidos tenía grandes zonas industrializadas, mientras que España era principalmente agrícola). Sin embargo, la agitación nacionalista española, en la que la prensa escrita tuvo una influencia clave, provocó que el gobierno español no pudiera ceder y vender Cuba a Estados Unidos como por ejemplo antes había vendido Florida a ese país en 1821. Si el gobierno español vendía Cuba sería visto como una traición por una parte de la sociedad española y probablemente habría habido una nueva revolución.[13] Así que el gobierno prefirió librar una guerra perdida de antemano, antes que arriesgarse a una revolución, es decir optó por una «demolición controlada» para preservar el Régimen de la Restauración.[14]
La guerra fue relativamente breve. La explosión del acorazado Maine el 15 de febrero de 1898 fue el casus belli de esta guerra. Aún hoy se sigue discutiendo si fue un accidente, un ataque intencionado español o un ataque de «bandera falsa» de los propios estadounidenses. Entonces la opinión pública estadounidense, convenientemente agitada por sus medios de comunicación (como la prensa amarilla), clamaba venganza y la guerra se declaró oficialmente un mes después. Aunque para las tropas estadounidenses la lucha en territorio cubano no fue tan favorable como se esperaban (batalla de El Caney y batalla de las Colinas de San Juan), las dos incontestables victorias navales estadounidenses (la batalla naval de Cavite en Filipinas el 1 de mayo, y la batalla naval de Santiago de Cuba el 3 de julio) provocaron que el gobierno español pidiera en verano negociar la paz, que por intermediación de Francia, se plasmaría en el Tratado de París el 10 de diciembre. Las últimas colonias en el océano Pacífico se venderían al año siguiente al Imperio alemán por ser indefendibles.
La derrota y pérdida de los últimos vestigios del Imperio español (salvo posesiones africanas) fue un profundo shock para la psique nacional de España y provocó una profunda revaluación filosófica y artística de la sociedad española conocidos como el «Regeneracionismo» y la «Generación del 98».[15][16]
Estados Unidos ganó varias posesiones insulares en todo el mundo, lo que provocó un polémico debate sobre un país que oscilaba entre el aislacionismo y el expansionismo.[17] Poco tiempo después, en febrero de 1899, estalló la guerra filipino-estadounidense (1899-1902), en la que los filipinos se enfrentaron a las fuerzas estadounidenses que pasaron a tomar posesión del archipiélago.