Hera (en griego ático: Ἥρα [Hēra], o equivalentemente: Ἥρη [Hērē] en jónico y griego homérico); neogriego: Ήρα [Ira]; latín: Hera) es la diosa tutelar del matrimonio y la protectora de las mujeres en su papel de esposas en la sociedad civil. Como hermana y a la vez esposa de Zeus en el panteón olímpico era la reina de los dioses y la más importante de las diosas. Era una de los Cronidas o hijos de Crono y por lo tanto tenía el mismo abolengo y dignidad que su esposo. Su equivalente en la mitología romana era Juno. Se le asociaban animales sagrados como la vaca y más tarde el pavo real. Paulatinamente Hera también fue adquiriendo atributos como una suerte de diosa del aire o atmósfera, propiciadora de vientos, lluvia y brisas.[1]
«Canto a Hera, la de áureo trono, a la que engendró Rea, a la reina inmortal, dotada de suprema hermosura, de Zeus tonante hermana y esposa, la gloriosa, a la que honran reverentes todos los bienaventurados por el vasto Olimpo, por igual que a Zeus, que se goza con el rayo».[2]
Zeus y Hera altercaban constantemente. Ofendida por sus infidelidades, Hera humillaba a Zeus frecuentemente con sus intrigas. Zeus, irritado contra Ares, se lo hace saber a su hijo:
«Tienes el furor incontenible e irreprimible de tu madre, de Hera, a la que yo sólo a duras penas doblego con palabras».[3]
Zeus nunca confiaba plenamente en su esposa, y aunque le comunicaba parte de sus secretos antes que al resto de dioses y mortales, urdía planes a sus espaldas y nunca le contaba completamente sus proyectos. Esto indignaba a Hera.[4] Esta sabía que no podía superar a Zeus en poder e incluso podía ser golpeada por su esposo, como cuando Zeus la castigó, encadenándola de manos y pies en un yunque.[5] Debido a esto Hera no tenía más remedio que recurrir a intrigas encubiertas y despiadadas, como en el caso del nacimiento de Heracles.[6] Era lo suficientemente astuta como para truncar los planes de Zeus o debilitar su voluntad, como cuando usó el ceñidor de Afrodita para mantenerlo ocupado e ignorante de los auténticos planes que tramaba.[7] Como es fama Hera conspiraba para dar muerte o castigar a las amantes de Zeus, y lo mismo ocurría con los hijos nacidos de estas. Como diosa del matrimonio legítimo la presencia de hijos bastardos de Zeus la llenaba de cólera y sentimientos de venganza.
Se representa a Hera solemne, a menudo en el trono y coronada con el polos (una alta corona cilíndrica usada por varias de las Grandes diosas), pudiendo llevar en su mano una granada, símbolo de la fertilidad y el matrimonio, o una cápsula narcótica de amapola.[8] El investigador Walter Burkert escribió en Religión griega: «Sin embargo, hay registros de una representación anterior sin iconos, como una columna en Argos y una tabla en Samos».[9] Como expresa la propia Hera, sus tres ciudades más queridas eran Argos, Esparta y Micenas.[10]