Isostasia

La isostasia (del griego ísos, 'igual', stásis, 'paralización') es la condición de equilibrio gravitacional a la que tiende la zona externa de la geosfera (la corteza y el manto contiguo) de manera que se presentan diferencias de altitud, como las que distinguen océanos de continentes, que compensan las diferencias de densidad en las distintas áreas. Se resuelve en movimientos verticales (epirogénicos) y está fundamentada en el principio de Arquímedes. Fue enunciada como principio a finales del siglo XIX.

El equilibrio isostático puede romperse por ejemplo por un movimiento tectónico o la fusión de un casquete glaciar. La isostasia es fundamental para el relieve de la Tierra. Los continentes son menos densos que el manto, y también que la corteza oceánica. Cuando la corteza continental se pliega acumula gran cantidad de materiales en una región concreta. Terminado el ascenso, comienza la erosión. Los materiales se depositan, a la larga, fuera de la cadena montañosa, con lo que ésta pierde peso y volumen. Las raíces ascienden para compensar esta pérdida dejando en superficie los materiales que han estado sometidos a un mayor proceso metamórfico.

El término general «isostasia» fue acuñado en el año 1889 por el geólogo estadounidense Clarence Edward Dutton (1841-1912).[1]

  1. «Clarence Edward Dutton». 1958. Consultado el 7 de octubre de 2014. 

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