Se conoce como juego sexual, juego previo o juego preliminar a la serie de preludios del acto sexual. Con estos juegos se desarrolla la excitación de la pareja y la lubricación de los órganos genitales. Estos se pueden categorizar en diferentes prácticas que incluyen estimulación, masturbación, besos y otras, y esta caracterización permite un estudio más preciso.[1] Los juegos sexuales pueden extenderse por unos breves minutos hasta varias horas antes de producirse el acto sexual.[2]
Su variedad es infinita, desde la más leve insinuación mediante palabras —ya sea en vivo como por otros medios (telefónico, radiado, televisivo)—, pasando por miradas o gestos (con los ojos, los labios, las manos), incluyendo un tocamiento o roce por "equivocación" (con las caderas, los senos, los glúteos, las manos), hasta caricias, besos, mordiscos, lamidos, en distintas partes del cuerpo de la pareja; pasando por el aflojar o quitar parte de la vestimenta de la pareja.[3] Otra posibilidad es utilizar distintos tipos de ropa, por ejemplo, lencería o uniformes de enfermera o policía. También se puede agregar algún tipo de juguete sexual. Estos se venden en tiendas especializadas llamadas sex-shops y van desde un par de dados (sexuales) que le indican qué parte del cuerpo de esa persona debe besar o acariciar, hasta un consolador.[4]
A veces, el llevar a cenar a la pareja de forma discreta a un restaurante con categoría puede servir también como previo a cualquier tipo de juego o fantasía sexual. No hay que descartar el sutil regalo de algo imprevisible pero confortador. Con los juegos preliminares se puede conseguir más intimidad entre la pareja y es otra forma de conocerse íntimamente. Algunos sexólogos los recomiendan en parejas maduras que han perdido un poco la pasión entre sus encuentros.