La pesca milagrosa es la denominación convencional de dos episodios evangélicos, que se tratan como tema del arte cristiano.
Ambas "pescas" son milagros de Jesucristo, y aparecen reflejadas en distintos contextos, antes y después de la Resurrección. La primera, en el Evangelio de Lucas (5:1-11),[1] juntamente con la vocación de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan (a los que se dice "desde ahora seréis pescadores de hombres"); y la segunda en el Evangelio de Juan (21:1-14),[2] donde se habla de un número concreto de peces (153) y se indica que Pedro se arrojó al agua vestido al ser advertido por Juan de que "es el Señor" quien les indicaba dónde pescar (en esa ocasión se citan a siete pescadores: los tres anteriores más Tomás el Dídimo, Natanael de Galilea y otros dos que no se nombran).
Ambos episodios se sitúan en el mar de Galilea o de Tiberiades, y consisten en que los apóstoles (que son de oficio pescadores) están pescando infructuosamente hasta que Jesús les incita a arrojar las redes una vez más, y es en esa ocasión, al demostrar fe en lo que Jesús les dice, cuando consiguen una pesca extraordinaria.