Los insectos holometábolos presentan una fase entre la fase embrionaria y la pupa, llamada larva. En los otros insectos (ametábolos y hemimetábolos) los estadios juveniles son llamados ninfas, no larvas y no hay estadio de pupa. La larva es profundamente diferente del adulto; su alimentación, piezas bucales y hábitat son generalmente muy diferentes. Necesitan pasar por un proceso de metamorfosis para llegar al estadio adulto, pasando por un estadio intermedio de pupa.
La vida de una larva puede ser muy breve, unos pocos días, o durar un año o varios años. Su función principal es acumular energía, es decir crecer hasta llegar a su tamaño final, que es mayor que el del insecto adulto porque parte de la energía y material acumulados son necesarios para el proceso de metamorfosis. En total, generalmente consumen más alimento que los adultos, algunos adultos ni siquiera se alimentan y carecen de piezas bucales.
Generalmente su exoesqueleto es más blando y delgado que el del adulto. Pueden ser de color blanco o crema o ser de color verde que sirve de camuflaje si se encuentran en el follaje. Otras tienen colores brillantes con diseños variados. Estos diseños y colores suelen servir de advertencia a los depredadores de su mal sabor y toxicidad (aposematismo). Otras larvas tienen pelos o espinas que en muchos casos causan irritación y sirven de protección.
Las larvas necesitan desprenderse de su exoesqueleto al crecer para reemplazarlo por un exoesqueleto de mayor tamaño. Este proceso se llama muda o ecdisis. El período entre dos mudas se llama estadio. El número de estadios varía según la especie, pero no suele haber más de cinco. El número es constante para cada especie en la mayoría de los casos. Sin embargo, en algunas polillas hay hasta seis o siete mudas si se las mantiene aisladas, pero cuando están agrupadas tienen solo cinco mudas. En general algunas especies sufren más mudas si la alimentación es escasa. Vale mencionar que las ninfas de Ephemeroptera pueden llegar a tener hasta 40 mudas.