Una lengua aislada es aquella que no tiene un parentesco genealógico o genético con ninguna otra lengua viva o muerta, o cuya relación con otras lenguas no ha sido demostrada. Ejemplos son el vascuence en España y Francia, el coreano en Corea, el ainu en Japón y Rusia, el purépecha y el seri en México, el burushaski en Pakistán, el mapudungun en Chile y Argentina o el antiguo sumerio en Mesopotamia, aunque hay lingüistas que cuestionan su carácter de lenguas aisladas. Algunos idiomas que eran considerados lenguas aisladas han sido reclasificados dentro de una familia lingüística. Es el caso del japonés, anteriormente considerado una lengua aislada y ahora considerado parte de las lenguas japónicas, debido a que las variedades lingüísticas de las islas Ryūkyū antes se consideraban dialectos del japonés pero actualmente son vistas como lenguas independientes (este tipo de situaciones se tratan como lenguas cuasi-aisladas).
Es posible que todas las lenguas naturales desciendan de una única lengua, el idioma protosapiens, lo que impediría la existencia de auténticas lenguas aisladas. De ser cierto, lo que actualmente se consideran lenguas aisladas serían lenguas cuya relación genética no ha sido aún demostrada, por derivar de ramas cuasi-aisladas y que por tanto deben ser consideradas lenguas no clasificadas. Otros lingüistas, en cambio, sostienen que una nueva lengua natural podría surgir de la nada, como el caso mencionado más adelante de la lengua de señas nicaragüense[1].
Una lengua aislada es de hecho una familia de lenguas con un solo miembro.[2] Lyle Campbell cifra el número de lenguas aisladas conocidas, incluyendo algunas extinguidas, en 129.[3]
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