Un mapa es una representación gráfica simplificada de un territorio con propiedades métricas sobre una superficie bidimensional que puede ser plana, esférica o incluso poliédrica. Las propiedades métricas del mapa dependen de la proyección utilizada, y posibilitan la toma de medidas de distancias, ángulos o superficies sobre él y su relación con la realidad, en algunos casos aplicando coeficientes conocidos para la corrección de las medidas.
Iniciados con el propósito de conocer el mundo, y apoyados primeramente sobre teorías filosóficas, los mapas constituyen hoy una fuente importante de información y una gran parte de la actividad humana está relacionada de una u otra forma con la cartografía.
Actualmente se sigue teniendo la inquietud y la necesidad de proseguir con la nunca acabada labor cartográfica. El universo en general —y el sistema solar en particular— ofrecerá sin duda nuevos terrenos para esta labor que tiene orígenes inmemoriales.
El uso de las técnicas basadas en la ortofotografía ha hecho posible no solo conocer el contorno exacto de un país, de un continente, o del mundo, sino también aspectos etnográficos, históricos, estadísticos, hidrográficos, orográficos, geomorfológicos, geológicos, y económicos que llevan al hombre a un conocimiento más amplio de su medio, del planeta en el que vive.
La historia de la cartografía abarca desde los primeros trazos en la arena o nieve, hasta el uso de técnicas geodésicas, fotogramétricas y de fotointerpretación. Los errores geométricos de un mapa suelen mantenerse por debajo de lo que el ojo humano puede percibir, y es habitual cifrar el límite de la percepción visual humana en 0.2 mm.
La cuestión esencial en la elaboración de un mapa es que la expresión gráfica debe ser clara sin sacrificar por ello la exactitud. El mapa es un documento que tiene que ser entendido según los propósitos que intervinieron en su preparación. Todo mapa tiene un orden jerárquico de valores, y los primarios deben destacarse por encima de los secundarios.
Para poder cumplir con estas exigencias, el cartógrafo puede crear varios «planos de lectura». En todo momento se deben tener presentes las técnicas de simplificación, a base de colores o simbología, sin perder de vista que en un plano de lectura más profunda se pueden obtener elementos informativos detallados. La cantidad de información debe estar relacionada en forma proporcional a la escala. Cuanto mayor sea el espacio dedicado a una región, mayor será también el número de elementos informativos que se puedan aportar acerca de ellos.
En definitiva, todo mapa tiene que incluir una síntesis de conjunto al igual que un detalle analítico que permita una lectura más profunda. El nivel en que se cumplan estas condiciones, será igualmente el nivel de calidad cartográfica de un determinado mapa.