Misionero

Se llama misionero a aquella persona cuyo objetivo principal es el anuncio del evangelio mediante obras y palabras entre aquellos que no creen. Esa forma de misión propiamente tal es conocida como ad gentes, es decir, hacia las gentes, gentiles o no cristianos, y se desarrolla en lugares donde el evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, o en ambientes refractarios ubicados más allá de las propias fronteras donde se dificulta la prédica y aceptación del mensaje.

Francisco Javier predicando en Goa (1610), obra que muestra al misionero rodeado de sus seguidores.
El sacerdote Damián de Veuster, ejemplo de misionero perteneciente a la congregación de Picpus, fotografiado con un grupo de leprosos en Kalaupapa, en la década de 1870

En la Historia del cristianismo, la idea de misión se aplica tanto a colectividades como a individuos e implica una forma de vocación, que se interpreta como un llamamiento positivo de Dios que «envia»,[1]​ para llevar un encargo o realizar un trabajo apostólico: la tarea de anunciar el evangelio, conforme al mandato final puesto en boca de Jesús de Nazaret en los Evangelios de Mateo y de Marcos:

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.»
Evangelio de Mateo 28:19-20a
Y les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura».
Evangelio de Marcos 16:15

La palabra «misión» se habría originado en la década de 1590, cuando la Compañía de Jesús (jesuitas) envió a algunos de sus miembros al extranjero,[2]​ ya que la vocación de la orden era «servir a Cristo en misión universal». Concretamente, entre 1581 y 1592, salieron de Lisboa 54 jesuitas con rumbo a la India, para seguir los pasos de Francisco Javier.[3]​ La palabra se popularizó a partir de la traducción latina del pasaje bíblico en el que Cristo envía a sus discípulos a predicar en su nombre, y condujo a la definición de las misiones como los asentamientos fundados en tal carácter.

La palabra «misión» tiene también el sentido de trabajo, tarea, quehacer o cometido.[4]​ Esta acepción más general permite además la concepción de un cierto carácter misionero en las personas, ministerios e instituciones, independientemente de su origen o de su condición religiosa o laical. El término, usado en sentido estricto en el marco del cristianismo, se puede utilizar también en sentido laxo para referir a otros credos o ideologías.[5]

  1. Pierron, Joseph; Grelot, Pierre (2001). «Misión». En Léon-Dufour, Xavier, ed. Vocabulario de Teología Bíblica (18a. edición). Barcelona (España): Biblioteca Herder. pp. 547-551. ISBN 978-84-254-0809-0. 
  2. Harper, Douglas (2001-2013). «Mission». Online Etymology Dictionary (en inglés). Consultado el 27 de diciembre de 2013. 
  3. Salvat, Ignasi (2002). Servir en misión universal. Maliaño (Cantabria), Santander: Sal Terrae. p. 233. ISBN 84-293-1444-X. Consultado el 27 de diciembre de 2013. 
  4. Lucas Marín, Antonio, ed. (2010). La realidad social: transformaciones recientes en España. Ediciones Universidad de Navarra. ISBN 978-84-313-2688-3. Consultado el 31 de diciembre de 2013. 
  5. Foltz, Richard (2010). Religions of the Silk Road (2ª edición). Nueva York: Palgrave Macmillan. p. 37. ISBN 978-0-230-62125-1.  Richard Foltz señala que el budismo puso en marcha «el primer esfuerzo misionero a gran escala en la historia de las religiones del mundo» en el siglo III a. C.

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