Monumento (del latín monumentum, «recuerdo», «erección conmemorativa», «ofrenda votiva»)[1] es toda obra con suficiente valor para el grupo humano que lo erigió. Ha de ser "pública y patente". Aunque inicialmente el término se aplicaba a las estatuas, inscripciones o sepulcros erigidas[2] su uso fue extendiéndose y ha llegado a comprender cualquier construcción que posea valor "artístico, arqueológico, histórico" o similar, destacadamente las arquitectónicas que, enclavadas en un núcleo urbano o aisladas en el medio rural, cumplen la función de hito por su visibilidad y se convierten en símbolos de ese lugar.[3]La enciclopedia The Palgrave Encyclopedia of Cultural Heritage and Conflict incluye la siguiente definición de "Monumento"
Los monumentos son el resultado de prácticas sociales de construcción o conservación de artefactos materiales a través de los cuales se manifiesta la ideología de sus promotores. El concepto de monumento moderno surgió con el desarrollo del capital y del Estado-nación en el siglo XV, cuando las clases dirigentes empezaron a construir y conservar lo que se denominó monumentos. Estas prácticas proliferaron significativamente en el siglo XIX, creando los marcos ideológicos para su conservación como un deber humanista universal. El siglo XX ha marcado un movimiento hacia la concepción de algunos monumentos como patrimonio cultural en forma de restos a conservar, y en lo que respecta a los monumentos conmemorativos, se ha producido un giro hacia el contramonumento abstracto. En ambos casos, su carácter conflictivo queda explícito en la necesidad de su conservación, dado que un componente fundamental de la acción estatal tras la construcción o declaración de monumentos es el litigio contra el vandalismo y la iconoclasia. Sin embargo, no todos los monumentos representan los intereses de los Estados-nación y de las clases dominantes; sus formas también son empleadas más allá de las fronteras occidentales y por los movimientos sociales como parte de prácticas subversivas que utilizan los monumentos como medio de expresión, donde formas antes exclusivas de las élites europeas son utilizadas por nuevos grupos sociales o para generar artefactos antimonumentales que desafían directamente al Estado y a las clases dominantes. En los conflictos, por tanto, lo relevante no es tanto el monumento como lo que ocurre con las comunidades que participan en su construcción o destrucción y su instigación de formas de interacción social.[4]