Musa

Apolo y las Nueve Musas, John Singer Sargent, 1921.

En la mitología griega, las musas (en griego antiguo Μοῦσα, μοῦσαι «mousai»; en neogriego Μούσα, Μούσες; en latín Musae [deae]) son diosas de las artes y proclamadoras de héroes. Según los escritores más antiguos están relacionadas con una concepción filosófica acerca de la primacía de la música en el universo. Son las cantoras divinas, cuyos coros e himnos deleitan a Zeus y a los otros dioses. De igual manera presiden el pensamiento en todas sus formas: elocuencia, persuasión, sabiduría, poesía, historia, matemáticas o astronomía.[1]

Son hijas de Zeus y de Mnemósine, señora de las colinas de Eleuter («libertad»), compañeras del séquito de Apolo, dios olímpico de la música y patrón de las bellas artes, quien tuvo romances con algunas de ellas, dejando descendientes. Las musas alientan e inspiran a aedos y poetas, con el hechizo de su canto, concediéndoles memoria, creatividad y persuasión en sus palabras y letras. En la época más arcaica eran las ninfas inspiradoras de las fuentes (cf. camenas), en las cuales eran adoradas. Finalmente, alrededor del siglo VIII-siglo VII a. C., prevaleció en todo el territorio de la Hélade la adoración de las nueve Musas, que son Calíope, Clío, Erató, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.[2]

El culto a las musas era originalmente de Tracia y Beocia, y fueron de vital importancia para el desarrollo artístico en la Antigua Grecia. La distribución más o menos fija, de actividades entre las musas, se encuentra en la Antigüedad solo de manera esporádica; se entendía que cualquiera de ellas podía patrocinar la música, la lírica y demás expresiones artísticas. Fue a partir del Renacimiento cuando a las musas ya se les adjudicaron atributos individualizados. De todas formas sus atribuciones son variables dependiendo del poeta en ciernes; sólo hay unanimidad para asignar la Astronomía a Urania, la Comedia a Talía y la Historia a Clío. En un escolio se nos dice que «todas escuchan cuando se pronuncia el nombre de una».[3][4]

  1. Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana, s. v. «Musas». Ediciones Paidós, 2018, ISBN: 978-84-493-2457-4.
  2. Hesíodo: Teogonía 77 y ss. a partir del v. 77.
  3. Riano de Creta fr.19, en escolio a Apolonio de Rodas, Argonáuticas, III, 1.
  4. Antonio Ruiz de Elvira: Mitología clásica, págs. 101-104. (Editorial Gredos, 2011); ISBN: 978-84-249-2900-8. En un trabajo exhaustivo Ruiz de Elvira recopila numerosas fuentes donde cita las atribuciones individuales de cada musa. Cita como referencias, entre ellas Diodoro Sículo: Biblioteca histórica IV 7, 3-4; Cornuto, Compendio de teología griega 14; Plutarco, Cuestiones griega, IX, 14, 746d, 747a; escolio a Apolonio de Rodas, Argonáuticas III,1; cinco epigramas griegos, varios de ellos anónimos (AP IX 504 y 505); y la Antología latina, 84 y 664.

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