En la historia de Japón, los ninja (忍者? ninja)[1] o shinobi (忍び?) eran un grupo de mercenarios[2] entrenados especialmente en formas no ortodoxas de hacer la guerra, en las que se incluía el asesinato,[2] espionaje,[2] sabotaje,[3] reconocimiento y guerra de guerrillas, con el afán de desestabilizar al ejército enemigo, obtener información vital de la posición de sus tropas o lograr una ventaja importante que pudiera ser decisiva en el campo de batalla.
Para sus propósitos utilizaban una amplia gama de armas y artefactos como espadas, cadenas o incluso cerbatanas además de ser expertos en la preparación de venenos, pócimas y explosivos. Del mismo modo, eran entrenados en el uso del «arte del disfraz», que utilizaban a menudo para pasar desapercibidos dependiendo de la situación imperante en el lugar en el que se tuvieran que introducir, además de usar armaduras ligeras para las batallas.[4]
Pocas organizaciones militares han sido tan difundidas y al mismo tiempo tan incomprendidas como los ninja de Japón[2] y gran parte de la historia de este grupo se basa en mitos o exageraciones, lo que ha dificultado su estudio y comprensión.[2] De esta forma, a lo largo de la historia, muchas muertes ocurridas en algún momento oportuno fueron atribuidas a este grupo pero, debido al secreto que rodeaba a sus misiones, es imposible saber exactamente el número de muertes que causaron.[2]
Los ninja fueron tan temidos como utilizados por los líderes militares debido a que su naturaleza era totalmente contraria a los ideales del samurái.[2][5] En el caso de los samurái, el daimyō no podría exponerlos a trabajos como el espionaje o asesinatos encubiertos, debido a que si eran descubiertos su reputación quedaría destrozada. Por ese motivo preferían contratar a ninjas, los cuales procedían generalmente de clases sociales bajas, para que realizaran ese tipo de trabajos.[2]
Los orígenes de los shinobi, otra palabra utilizada para referirse a este grupo militar,[6] son inciertos, aunque su antecedente más preciso se encuentra en el siglo VI[7] y no es hasta el siglo XV cuando se pueden identificar plenamente sus actividades y características.[2] Al igual que los samurái, tuvieron su momento cumbre durante el período Sengoku de la historia de Japón, una etapa de gran inestabilidad y conflictos bélicos por la lucha del poder interna del país, que terminaría al establecerse el shogunato Tokugawa, época donde tendrían sus últimas apariciones.