Un oppidum (plural en latín: oppida) es un término genérico en latín que designa un lugar elevado, una colina o meseta, cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del ser humano. Los oppida se establecían, generalmente, para el dominio de tierras aptas para el cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables.
Los oppida son conocidos gracias a las descripciones hechas por Julio César en De Bello Gallico. Sus muros son de tierra y piedra, reforzados con unas traviesas de madera unidas perpendicularmente por unas largas clavijas de hierro (20 a 30 cm). Este tipo de muro característico de los oppida galos se denomina murus gallicus.
El nombre de oppidum se utiliza, genéricamente, para designar lugares de diferente amplitud, que pueden ir desde 1 o 2 hasta varias centenas de hectáreas: el recinto del oppidum de Manching, cercano a Ingolstadt en Baviera (Alemania) abarca hasta 350 hectáreas. Los lugares conocidos con este nombre pudieron ser utilizados desde principios de la primera Edad de Hierro hasta el siglo I.
En la península ibérica, los oppida presentan algunas diferencias con los de la Europa central y también se los conoce como castros o citanias. El término equivalente en lengua íbera sería "iltir" y en celta ibérico "-briga".[cita requerida]