La primavera es una de las cuatro estaciones del año, sigue al invierno y precede al verano seguida del otoño. La definición y duración de la misma varía, desde el punto de vista meteorológico; es propia de las zonas templadas y corresponde a un tiempo intermedio —entretiempo—[1] entre la estación fría, el invierno, y la cálida, el verano. Desde el punto de vista de la astronomía, comienza tras el equinoccio de primavera y termina tras el solsticio de verano.[2] En el calendario la primavera corresponde a los meses de marzo, abril, mayo y junio en el hemisferio norte y a los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre en el hemisferio sur.
Esta temporada se identifica tradicionalmente con el florecimiento de la flora, un aumento de las temperaturas medias, el deshielo, la floración de las plantas, el despertar de los animales en hibernación y el regreso de las especies migratorias. Estas características han hecho que sea usada como una metáfora de la renovación de la vida o de su primer desarrollo.[3]