La Primera Cruzada inició el complejo fenómeno histórico de campañas militares, peregrinaciones armadas y asentamiento de reinos cristianos, cuyo objetivo fue recuperar el control de las tierras perdidas ante el avance musulmán. Este prolongado paréntesis de la Edad Media convulsionó la región entre los siglos XI y XIII y es denominado por la historiografía como las cruzadas.
La primera campaña militar, alentada por el papa Alejandro II, considerada por algunos como la primera cruzada (1063) o, al menos, el antecedente más obvio de lo que fue con posterioridad la cruzada.
Aprovechando la llamada de auxilio del emperador bizantino Alejo I Comneno, enfrentado con los turcos selyúcidas, el papa Urbano II predicó en 1095 en los diferentes países cristianos de la Europa occidental la conquista de la llamada Tierra Santa. Al intento fallido de Pedro el Ermitaño, siguió la movilización de un ejército organizado, inspirado por el ideal de la guerra santa y liderado por nobles principalmente provenientes del reino de Francia y del Sacro Imperio Romano Germánico, que fue nutriéndose en su avance de caballeros, soldados y numerosa población, hasta transformarse en un fenómeno de migración masiva. Los cruzados penetraron en el llamado Sultanato de Rüm y avanzando hacia el sur, fueron apoderándose de diversas ciudades y rechazando las fuerzas enviadas en su contra por los gobernadores divididos en sus disputas internas, hasta que adentrándose en los territorios de la dinastía Fatimí, conquistaron el 15 de julio de 1099 la ciudad de Jerusalén, formando el Reino de Jerusalén.
La primera cruzada supuso políticamente la constitución de los Estados Latinos de Oriente y la recuperación para el Imperio bizantino de algunos territorios, a la vez que significó un punto de inflexión en la historia de las relaciones entre las sociedades del área mediterránea, marcado por un periodo de expansión del poder del mundo occidental y por el uso del fervor religioso para la guerra. También permitieron aumentar el prestigio del papado y el resurgir, tras la caída del Imperio romano, del comercio internacional y del incremento de los intercambios que favorecieron la revitalización económica y cultural del mundo medieval.