La propiedad privada es el conjunto de derechos de las personas y empresas a obtener, poseer, controlar, emplear, disponer y dejar en herencia, el capital. Desde el punto de vista legal, se considera una cosa que pertenece a una persona, física o jurídica, que ejerce sobre ella las facultades concernientes a su uso y disposición que corresponden al derecho de propiedad, sin más limitaciones que las establecidas en las leyes.[1][2] La propiedad privada se diferencia de la propiedad pública en que esta última se refiere a bienes propiedad del Estado o del gobierno. [3]
Es un derecho subjetivo, consagrado como tal por el artículo 17 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que establecía que «la propiedad es un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella sino cuando la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija evidentemente y bajo la condición de una justa y previa indemnización».[4]
El concepto de propiedad ha ido sufriendo modificaciones a lo largo de la historia. A finales del siglo XVIII, durante la Revolución Industrial, la propiedad privada surgió como la forma predominante de propiedad en el ámbito de la producción y las tierras, desplazando a la propiedad feudal, a los gremios, al sistema de talleres de trabajo y a la producción artesana, que se basaban en la propiedad de las herramientas de producción por parte de trabajadores individuales o gremios de artesanos.[5]