Se conoce como Reforma protestante —o, simplemente, Reforma— al movimiento religioso cristiano iniciado en Alemania en el siglo XVI por Martín Lutero, que llevó a un cisma de la Iglesia católica para dar origen a numerosas iglesias y corrientes religiosas agrupadas bajo la denominación de protestantismo.
Otra denominación usada para este movimiento por algunos historiadores como Ricardo García Villoslada es el de "revolución protestante".[1]
La Reforma tuvo su origen en las críticas y propuestas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia católica, además de negar la jurisdicción del papa sobre toda la Cristiandad; para los protestantes el papa es solo el "obispo de Roma" y sus doctrinas religiosas serán conocidas como papismo y las políticas como cesaropapismo. El movimiento recibirá posteriormente el nombre de Reforma protestante, por su intención inicial de reformar el catolicismo con el fin de retornar a un cristianismo primitivo o puro, y debido a la importancia que tuvo la Protesta de Espira, presentada por algunos príncipes y ciudades alemanas en 1529 contra un edicto del emperador Carlos V tendente a derogar la tolerancia religiosa que había sido anteriormente concedida a los principados alemanes.[2][3]
Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como el de los Alumbrados y la reforma del Cardenal Cisneros en España,[4] y también el movimiento de la Devoción moderna / Devotio moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote agustino Martín Lutero, que revisó la doctrina de la Iglesia católica según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En particular, rechazó la teología sacramental católica que, según Lutero, permitía y justificaba prácticas como la «venta de indulgencias», consideradas un secuestro del Evangelio, el cual debía ser predicado libremente y no vendido.[2]
La Reforma protestante dependió del apoyo político de algunos príncipes y monarcas para poder formar iglesias cristianas de ámbito estatal (posteriormente iglesias nacionales). Los principales exponentes de la Reforma protestante fueron Martín Lutero y Juan Calvino.[2]
El protestantismo ha llegado a constituir la segunda gran rama del cristianismo, con un grupo de fieles que actualmente supera los 900 millones.[5]