Reino lombardo

Reino lombardo
Regnum Langobardorum
Estado desaparecido
568-774

Cruz lombarda


Mapa del Reino Lombardo en 740, con la diferenciación de la Longobardia Maior (norte de Italia, oscuro) y Minor (sur, en claro).
Capital Pavía
Entidad Estado desaparecido
Idioma oficial Latín
 • Otros idiomas protorromance, Lombardo
Religión Cristianismo conciliar, cristianismo arriano, paganismo
Moneda Tremissis
Historia  
 • 568 Invasión lombarda de Italia
 • 774 Invasión franca de Italia
Forma de gobierno Monarquía electiva
Rex Langobardorum
Rex totius Italiae

• 568
• 774


Alboino
Desiderio
Precedido por
Sucedido por
Prefectura del pretorio de Italia (568)
Exarcado de Rávena (751)
(774) Reino de Italia (774-962)
(774) Ducado de Benevento
(756) Estados Pontificios

El reino lombardo o reino de los lombardos (en latín: Regnum Langobardorum; en italiano: Regno dei Longobardi; en lombardo: Regn dei Lombards), más tarde, reino de (toda) Italia (en latín: Regnum totius Italiae) fue un estado medieval temprano establecido por los lombardos en la península itálica entre 568-569 (invasión de Italia) y 774 (caída del reino con la llegada de los francos de Carlomagno).

En 560 los lombardos, asentados en la llanura panónica, eligieron a un nuevo y enérgico rey,[Nota 1]Alboíno (r. 560-572), que derrotó a sus vecinos gépidos, les hizo sus súbditos y, en 566, se casó con la hija de su rey Cunimundo, Rosamunda. En la primavera del año 568,[Nota 2]​ Alboíno, asistido por algunos contingentes de otras tribus germánicas,[1]​ invadió Italia al forzar el limes del Friul. Alrededor de cien mil lombardos cruzaron los Alpes Julianos e invadieron el norte de Italia (la población romana allí era aproximadamente de dos millones de personas) debido a la presión de los ávaros.[2]​ En aquel momento el bizantino prefecto del pretorio Longino, que había sucedido al depuesto Narsés en el gobierno de Italia,[Nota 3]​ no esperaba la invasión. Justiniano I había fallecido solamente hacia tres años tras una exitosa campaña de recuperación de toda la península itálica —las terribles guerras góticas (535-554)— y la zona estaba entonces recuperándose; el pequeño ejército bizantino dejado para su defensa apenas pudo hacer nada.[3]

En el verano de 569, los lombardos conquistaron Aquilea y Verona y en septiembre, la antigua capital imperial, Milán.[Nota 4]​ Tras un asedio de tres años, en 572, cayó Pavía, convirtiéndose en la primera capital del nuevo reino lombardo de Italia y centro de su vida política, desde donde controlaban el valle del Po.[4]​ En ese momento la reina Rosamunda decidió vengar a sus hermanos muertos matando a Alboino en Verona, y huyendo a Rávena con su amante donde fueron acogidos por Longino (murieron finalmente envenenados). Al año siguiente, el sucesor de Alboíno, Clefi (r. 572-574), penetró más al sur, conquistando la región de Toscana. Posteriormente, las tribus lombardas también se instalaron en el centro y el sur de Italia estableciendo los ducados de Spoleto y Benevento, que pronto se hicieron semi-independientes. Clefi también fue asesinado, después de un despiadado reinado de 18 meses. Su muerte marcó el inicio de un interregno de años, el «periodo de los duques» (574-584), durante el cual los duques no eligieron a ningún rey, y que está considerado como un período de violencia y desorden. Se trataría de una más de las interminables guerras entre lombardos que arruinaron Italia.

El Imperio bizantino, para enfrentar esta nueva amenaza acometió una reforma y estableció en 584 el exarcado de Rávena a cuyo frente colocó al exarca, que aunaba todos los poderes, militares y civiles, y que logró retener el control de gran parte de la península hasta mediados del siglo VIII. Durante la mayor parte de la historia del reino, el exarcado de Rávena y el ducado de Roma, unidos por un estrecho corredor —corredor umbro que discurría a través de Perugia—, separaron los pequeños ducados lombardos del norte, conocidos colectivamente como Langobardia Maior (Langbardland en proto-germánico), de los dos grandes ducados del sur de Spoleto y Benevento, que constituían Langobardia Minor y eran considerablemente más autónomos.

En 584, amenazados por bizantinos y por una invasión franca, los duques lombardos eligieron rey al hijo de Clefi, Autario (r. 584-590), que se esforzó por someter a los duques a su autoridad y en realizar nuevas conquistas. En 589, se casó con la princesa católica Teodolinda, hija del duque de Baviera, Garibaldo I de Baviera y amiga del papa Gregorio I, que promovió la catolización de los lombardos. A Autario le sucedió Agilulfo (r. 591-616), duque de Turín, quien, en 591, también se casó con Teodolinda, que logró que abjurase del arrianismo y se convirtiese, generando un cisma entre los lombardos. No solo hubo guerras entre bizantinos y lombardos, sino también entre arrianos y ortodoxos. Agilulfo combatió con éxito a los duques rebeldes de Italia septentrional, conquistando Padua (601), Cremona y Mantua (603), y forzando al exarca de Rávena a pagar un conspicuo tributo. Esos conflictos destruyeron el limes de Friul y las plazas fuertes del Véneto, quedando la zona abierta a que otros bárbaros cruzaran los Alpes y la invadieran (como hicieron los ávaros en 610 y los eslavos, que atacaron las llanuras llegando en ocasiones hasta el mar Adriático[5]​).

A consecuencia de estos sucesos, se formaron en el territorio conquistado por los lombardos un número variable de ducados independientes, hasta treinta y seis, gobernados por duques semiautónomos, pero esa desmembración fue perjudicial para ellos y funesta para Italia. Sus dirigentes se asentaron en las ciudades principales. El rey gobernaba sobre ellos y administraba las tierras a través de emisarios llamados gastaldi. Esa subdivisión y la falta de docilidad de los ducados, privó al reino de su unidad, debilitándolo incluso en comparación con los bizantinos, especialmente después de que empezaron a recuperarse de la invasión inicial. Esa debilidad se hizo todavía más evidente cuando los lombardos tuvieron que enfrentarse con el creciente poder de los francos. En respuesta a este problema, los reyes intentaron centralizar el poder a lo largo del tiempo, pero perdieron definitivamente el control sobre Spoleto y Benevento en el intento.

Las conquistas lombardas fueron continuadas por sus descendientes, hasta que en el año 751 el rey lombardo Astolfo (r. 749-756) se apoderó de Rávena, finalizando así el exarcado de Rávena. El papa asumió el pleno poder de gobierno (dicio) en el ducado de Roma (que pasaría a ser denominado como patrimonio de san Pedro), reconociendo al emperador bizantino como su soberano.[6]​ Pero como el ducado de Roma había sido parte del exarcado, fue reclamado por Astolfo. A poco de llegar al solio, Esteban II negoció con Astolfo una tregua de cuarenta años, pero Astolfo la rompió a los cuatro meses, y en junio de 752 reclamó jurisdicción e impuestos, emprendiendo la marcha hacia Roma. Esteban II pidió ayuda al rey franco Pipino el Breve, que entró en Italia y obligó a Astolfo a abandonar sus planes expansionistas. Retirados los francos, el nuevo rey Desiderio (r. 756-774) invadió los Estados Pontificios. Adriano I, papa desde 774, invocó de nuevo a los francos para que le dispensasen su protección. Esta vez vez fue Carlomagno, el hijo de Pipino, quién acudió en su ayuda, derrotando definitivamente a Desiderio en Pavía en 774. El resultado fue la restitución de los bienes de la Iglesia y la promesa, no cumplida, de anexión de otros territorios. En todo caso, la mayor parte de la Italia central pasó a estar bajo la administración de los papas. Carlomagno adoptó el título de «rey de los lombardos», aunque nunca logró hacerse con el control de Benevento, el ducado lombardo más meridional. El reino de los lombardos en el momento de su desaparición era el último reino germánico menor de Europa.

Con el tiempo, los lombardos habían ido adoptando gradualmente títulos, nombres y tradiciones romanas. Para cuando Pablo el Diácono escribía a finales del siglo VIII, el lombardo, la vestimenta y los peinados lombardos habían desaparecido.[7]​ Cuando entraron en Italia, muchos lombardos conservaron su forma nativa de paganismo mientras otros ya eran cristianos arrianos. De ahí que no tuvieran buenas relaciones con la Iglesia católica y el papa, a los que persiguieron con el celo de neófitos.[5]​ Sin embargo, a finales del siglo VII, no sin una larga serie de conflictos religiosos y étnicos., su conversión al catolicismo era casi completa.

Un reducido Regnum Italiæ, una herencia de los lombardos, continuó existiendo durante siglos como uno de los reinos constituyentes del Sacro Imperio Romano Germánico, que corresponde aproximadamente al territorio de la antigua Langobardia Maior. La llamada Corona de Hierro de Lombardía, una de las insignias reales más antiguas de la cristiandad que se conservan, puede haberse originado en la Italia lombarda ya en el siglo VII y se siguió utilizando para coronar a los reyes de Italia hasta Napoleón Bonaparte a principios del siglo XIX.

Algunas regiones italianas nunca estuvieron bajo el dominio lombardo, como Lacio, Cerdeña, Sicilia, Calabria, Nápoles y el sur de Apulia. Cualquier legado genético de los lombardos se diluyó rápidamente en la población italiana debido a su número relativamente pequeño y a su dispersión geográfica para gobernar y administrar su reino.[8]

El 25 de junio de 2011, la Unesco decidió inscribir en la Lista del Patrimonio de la Humanidad el conjunto «Centros de poder de los longobardos en Italia (568-774 d.C.)»[9]​ que comprende siete lugares en los que se conservan restos significativos del arte lombardo: Cividale del Friuli, Brescia, Castelseprio, Spoleto, Campello sul Clitunno, Benevento y Monte Sant'Angelo.


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  1. Se cree que los lombardos fueron alrededor de cien mil en total, basándose en el número de veintiséis mil guerreros que ofrece Pablo el Diácono. Los contingentes de otras tribus germánicas abandonaron Italia tras la muerte de Alboíno, en 573. Véase Paolo Cammarosano, Storia dell'Italia medievale, pp. 96–97.
  2. «S. Gasparri: Archeologia e storia delle migrazioni. Europa, Italia e Mediterraneo fra Tarda età romana e Alto Medioevo». 
  3. Heers, Jacques, pág. 16.
  4. Thomas Hodgkin (1880-1889); The Lombard Invasion. Italy and Her Invaders, Vol. 5, Libro VI. pp. 71–73.
  5. a b Heers, Jacques (1991). Historia de la Edad Media (tercera edición). Barcelona, España: Labor Universitaria. p. 24. ISBN 84-335-1737-6. OCLC 434640415. 
  6. Previte-Orton, Charles W. (1975). The Later Roman Empire to the Twelfth Century (en inglés) 1. Cambridge University Press Archive. p. 224. ISBN 9780521059930. 
  7. "The New Cambridge Medieval History: c. 500-c. 700" by Paul Fouracre and Rosamond McKitterick (pag. 8)
  8. Maciamo Hay (July 2013). «Genetic history of the Italians». EUPedia.com. 
  9. «World Heritage Committee inscribes five new sites in Colombia, Sudan, Jordan, Italy and Germany». Sito ufficiale Unesco. junio de 2011. Consultado el 18 de julio de 2011. 

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