El secuestro de carbono o extracción de dióxido de carbono (CDR) es la captura o retirada a largo plazo de dióxido de carbono de la atmósfera para retrasar o disminuir la contaminación de CO2 atmosférica con el fin de mitigar el calentamiento global.[2][3][4][5]
El dióxido de carbono (CO2) es naturalmente capturado de la atmósfera a través de procesos biológicos, substancias químicas, y procesos físicos.[6] Estos cambios pueden ser acelerados a través de cambios del uso del suelo y de prácticas agrícolas, como convertir cultivos y ganado que compactan la tierra a cultivos de lento crecimiento.[2] Los procesos artificiales han sido diseñados para producir efectos similares, incluyendo proyectos a gran escala, para capturar artificialmente el CO2 producto de la actividad industrial y almacenando el CO2 en aquiferos salinos, reservorios de agua, agua de mar, yacimientos petroleros agotados, y otros sumideros de carbono, generación de bio-energía, fertilización de océano, meteorización artificial, y capturando directamente del aire cuándo se combinada con almacenamiento CO 2[4]
La necesidad de usar CDR ha sido expresada públicamente por una amplia gama de individuos y organizaciones relacionas con el cambio climático, incluyendo al IPCC, Rajendra Pachauri, la UNFCCC, la secretaria ejecutiva Christiana Figueres, y el Worldwatch Institute.[7][8][9] Las instituciones con los programas más relevantes que se centran en CDR; incluyen el Centro para la Energía Sostenible Lenfest en el Instituto de la Tierra, la Universidad de Columbia, y el Centro de toma de decisiones para el cambio climático, una colaboración internacional con base en el departamento de Ingeniería y Política Pública de la universidad Carnegie-Mellon.[10][11]