Segundo arbitraje de Viena

Segundo arbitraje de Viena

Anexiones territoriales húngaras durante entreguerras y la Segunda Guerra Mundial.      Transilvania septentrional recuperada
Firmado 30 de agosto de 1940
Viena
Firmantes Bandera de Hungría Reino de Hungría
Bandera de Rumania Reino de Rumanía
Bandera de Alemania Reich Alemán
Bandera de Italia Reino de Italia
Partes Hungría y Rumanía

El Segundo arbitraje de Viena consistió en un acuerdo territorial alcanzado por mediación y presión alemana entre Hungría y Rumanía que dividió entre ellas la región de Transilvania, perdida por la primera tras la Primera Guerra Mundial en el Tratado de Trianon y que había pertenecido a la segunda durante el periodo de entreguerras. Mediante el arbitraje, Rumanía fue obligada a devolver la zona septentrional de Transilvania a Hungría en el verano de 1940, pero no se puso fin a la disputa territorial entre ambos países acerca de esta región, que continuó durante todo el periodo bélico.

La Primera Guerra Mundial había privado a Hungría de gran parte del territorio que había tenido durante el periodo austrohúngaro; entre las zonas arrebatadas por los países vecinos se encontraba Transilvania. Rumanía, por el contrario, se vio favorecida por el reparto territorial estipulado en los acuerdos de paz firmados en Versalles. La satisfacción rumana por la notable ampliación de su territorio produjo preocupación por su conservación durante el periodo de entreguerras y un acercamiento del país a las potencias vencedoras de la guerra mundial, consideradas valedoras de la Europa de Versalles. Hungría, por el contrario, mantuvo una intensa posición revisionista para lograr la recuperación parcial o total de las regiones perdidas.

La llegada al poder de Hitler en 1933 y el crecimiento del poder de las dos potencias fascistas —opuestas a las disposiciones de Versalles— parecieron favorecer a las naciones insatisfechas con las disposiciones de posguerra, pero, en realidad, estos anhelos de cambios territoriales solo fructificaron a final de la década, con el desmembramiento de Checoslovaquia entre 1938 y 1939, que le permitió a Hungría recuperar parte de Eslovaquia y Rutenia. A pesar de la creciente tensión en la zona, Hungría no logró concesiones en Transilvania con el estallido de la guerra mundial.

Solo con la crisis rumano-soviética de principios del verano de 1940, en la que Stalin aprovechó las campañas alemanas en Europa occidental para ocupar las repúblicas bálticas y obtener Besarabia y Bucovina, Hungría —junto con Bulgaria, que también albergaba deseos territoriales a costa de Rumanía— pudo lograr atención a sus reivindicaciones. Los dos países que se disputaban Transilvania solicitaron, en vano, la mediación de las potencias del Eje. Estas recomendaron conversaciones bilaterales entre los países en conflicto, que tuvieron lugar a mediados de agosto, pero no llegaron a ningún resultado. Temiendo un enfrentamiento bélico que le privase del petróleo y demás materias primas rumanas y de los Balcanes y una posible ocupación soviética del país, Hitler convocó a las dos naciones a un arbitraje en Viena a finales de mes.

El 30 de agosto, en el Palacio Belvedere de Viena, los ministros de Asuntos Exteriores alemán e italiano impusieron un arbitraje que dividió la región en disputa en dos partes aproximadamente iguales. El reparto no solucionó la rivalidad de los dos países por la posesión de Transilvania ni eliminó el problema de las minorías, que continuaron durante toda la guerra, pero sí sometió a ambos a Alemania, verdadera beneficiaria de la crisis. Tras la derrota del Eje, las fronteras del arbitraje fueron eliminadas y se volvió al trazado anterior, lo que permitió a Rumanía recuperar el control de la región.


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