Las termas romanas (del griego θερμός thermos, «caliente») son casas de baños de la antigua civilización romana de unas dimensiones considerables. Si se trataba de baños de menor tamaño, públicos o privados en villas romanas, eran denominados balneae.[1]
La mayoría de las ciudades de la Antigua Roma albergaban una o varias termas públicas, cuyo uso no era únicamente higiénico, sino que también eran consideradas lugares de reunión y de actividades gimnásticas y lúdicas. El agua era suministrada desde algún río o arroyo cercano y con acueductos en las grandes ciudades (como el de Segovia de 14 kilómetros),[2] posteriormente se calentaba en una hoguera y era trasladada hasta el caldarium, donde la temperatura del agua era alta.[1] El diseño de estos espacios fue argumentado por Vitruvio en su obra De architectura (V.10).[3]