Galia (en latín: Gallia) es el nombre romano dado a una región de la Europa Occidental actualmente formada por Francia, Bélgica, el oeste de Suiza, el norte de Italia y zonas de Alemania y los Países Bajos al oeste del Rin. También las islas británicas, (Gales, Inglaterra Escocia e Irlanda) e Hispania estaban pobladas por tribus celtas. Así, la palabra galo (en latín: gallus) se refiere habitualmente a los habitantes celtas de esa región en tiempos antiguos y fue principalmente empleada por los romanos, que muy raras veces llamaban celtas a este conjunto de diversas tribus. El gentilicio se conservó a través de los tiempos solamente en la extensión de tierras que hoy componen Francia y aún hoy sigue llamándose galos a los franceses, y de hecho Gallia (en griego Γαλλία) es el nombre griego moderno de Francia. También el nombre de Galicia tiene el mismo origen referido a la población gala o celta.
Sin embargo, los galos se extendieron por toda Europa en tiempos romanos, hablando lenguas celtas que habían divergido en dos grupos. Además de los galos de la actual Francia, otros se habían establecido en las llanuras del norte de Italia, en la provincia que los romanos conocían como Galia Cisalpina («Galia aquende los Alpes»,[1] la cual, posteriormente, dejó definitivamente de existir como provincia, siendo anexada al territorio de la Italia romana, en el siglo I a. C.),[2] hasta el Véneto e Istria. Otros galos habían emigrado cruzando los Pirineos hasta Iberia, dando lugar además a los celtíberos al mezclarse con el sustrato ibero.