Un gigante gaseoso es un planeta gigante que no está compuesto mayoritariamente de roca u otra materia sólida sino de fluidos; aunque dichos planetas pueden tener un núcleo rocoso o metálico. Se cree que tal núcleo es probablemente necesario para que un gigante gaseoso se forme, pero la mayor parte de su masa es en forma de gas, o gas comprimido en estado líquido. Sus constituyentes principales son hidrógeno y helio.[1]
A diferencia de los planetas rocosos, los gigantes gaseosos no tienen una superficie bien definida. El término «gigante gaseoso» fue originalmente sinónimo de «planeta gigante». Sin embargo, en la década de 1990, se supo que Urano y Neptuno son en realidad una clase distinta de planetas gigantes, compuestos principalmente de sustancias volátiles más pesadas (que se conocen como «hielos»). Por esta razón, Urano y Neptuno ahora se clasifican a menudo en la categoría separada de gigante helado.[2]
Términos como dimensión, área superficial, volumen, temperatura superficial o densidad superficial pueden referirse a la capa exterior vista desde fuera, por ejemplo desde la Tierra.
En el sistema solar hay dos gigantes gaseosos: Júpiter y Saturno. Júpiter y Saturno están formados principalmente por hidrógeno y helio, mientras que los elementos más pesados representan entre el 3 y el 13 % de su masa.[3] Se cree que están formados por una capa exterior de hidrógeno molecular comprimido que rodea una capa de hidrógeno metálico líquido, con un núcleo rocoso probablemente fundido en su interior. La porción más externa de su atmósfera de hidrógeno contiene muchas capas de nubes visibles que están compuestas en su mayoría por agua (a pesar de la certeza anterior de que no había agua en ningún otro lugar del Sistema Solar) y amoníaco. La capa de hidrógeno metálico situada en el interior medio constituye la mayor parte de cada gigante gaseoso y se denomina «metálica» porque la gran presión atmosférica convierte al hidrógeno en un conductor eléctrico. Se cree que los núcleos de los gigantes gaseosos están formados por elementos más pesados a temperaturas (−253.2 °C; −423.7 °F) y presiones tan elevadas que sus propiedades aún no se conocen del todo.[3]
Por su parte, Urano y Neptuno, que en el pasado se incluían en esta categoría, ahora son considerados gigantes helados. Estos cuatro planetas son conocidos también como los «planetas jovianos» o planetas exteriores.
Urano y Neptuno han sido considerados por los científicos como una subclase separada de planetas gigantes, gigantes helados, también denominados «planetas uranios», debido a su estructura principalmente compuesta de hielo, roca y gas. Se diferencian de gigantes gaseosos «tradicionales», como Júpiter y Saturno, porque su proporción de hidrógeno y helio es mucho más baja, principalmente por su mayor distancia al Sol.
Actualmente se conoce la existencia de muchos gigantes gaseosos fuera del sistema solar, debido a que la mayoría de los planetas extrasolares conocidos son precisamente de este tipo de planeta.
Se puede denominar planeta gigante a un planeta que está compuesto principalmente de hidrógeno y metano y que además no tiene superficie sólida a diferencia de los planetas terrestres. En este caso es posible encontrarlos en distintos lugares del universo.
En un estudio en 2016 se dio la hipótesis de la existencia de un quinto gigante gaseoso, ubicado en los confines del Sistema Solar, el cual explicaría las anomalías en las órbitas de los objetos trans-neptunianos, al cual llamaron Phattie.